Will Smith, Chris Rock y la gala de los Oscars 2022, fueron protagonistas de un hecho inaudito que poco hace falta describir ya. Mientras una parte de la sociedad discute acerca de “si fue correcto o no”, existe otra que se cuestiona la veracidad de los hechos.
Así es, existen personas que consideran que todo se trata de una puesta en escena. Una falsificación motivada por la necesidad de mayor audiencia para un evento que, cierto es, ha ido perdiendo popularidad en los últimos años.
¿Podría ser entonces una estrategia de marketing?
Efectos notables
Tal parece que la postura de la falsificación nace del repentino aumento de rating que experimentó el programa tras el suceso.
Como muestra esta imagen, el rating habría recibido también el golpe de Will Smith, pues terminó elevándose por los aires en cuestión de minutos.
Fuente: Matt Degnam en Twitter
Quizá muchos no lo saben, pero la gala del año 2021 experimentó el rating de audiencia más bajo de su historia: 9.85 millones de espectadores. Una tendencia negativa que se ha mantenido constante a lo largo de los últimos años.
Sin embargo, con lo ocurrido, la gala de este año mostró un resultado final positivo: 15.3 millones de espectadores. Un aumento, nada despreciable, del 56% con respecto al año anterior.
Así mismo, Forbes reportó este miércoles que, a raíz del incidente, los boletos del nuevo show de Chris Rock se habrían disparado. De alrededor de $51- $71 hasta $825 – $1,705 en plataformas de reventa.
Dentro de este contexto aparentemente provechoso, los defensores de la falsificación elaboran teorías analizando las imágenes de ese día y sustentan su “organicidad” con el hecho de que todos son actores (algo bastante conveniente a decir verdad).
Sin embargo, lejos de entrar en ese terreno, parece que estamos olvidando un elemento sumamente importante…
¿Qué gana Will Smith con esto?
Si esto fuera una estrategia de marketing, tendría como precio, necesariamente, la reputación del reconocido actor.
Esto implicaría que, por alguna razón, Will Smith hubiera llegado a un trato con la academia de los Oscars para hacer la vergüenza de su vida a cambio de beneficiar el rating del programa.
¿Tiene eso sentido?
Decir que sí sería afirmar que:
- a) Will Smith, uno de los actores mejores pagados de Hollywood, se encuentra muy necesitado de dinero.
- b) A Will Smith no le afecta una mancha permanente en su imagen.
Y es que estamos hablando de un evento probablemente histórico, que difícilmente será olvidado con el tiempo. Diversos actores, colegas suyos, se han manifestado muy decepcionados, con palabras no precisamente amables.
En consecuencia, es difícil sostener de forma lógica que Will Smith se haya prestado para una estrategia así.
Más aún, teniendo en cuenta que ni siquiera los resultados han sido tan asombrosos: 15 millones comparados con los 40 que alcanzaba hace menos de una década.
Además, ¿por qué un acto inesperado y posiblemente irrepetible haría que este aumento de audiencia se refleje en los próximos años?
A los Premios Oscars no le sirve de nada obtener atención con un hecho que está fuera del esquema de lo que el programa ofrece. No hablamos de un programa desconocido, en donde quizá un acto así podría brindar awareness sobre la existencia del programa. Todo el mundo sabe de qué tratan los Oscars, pero deliberadamente están eligiendo no sintonizarlo.
Es por eso que al analizar una posible estrategia de marketing, no tiene sentido enfocarse en los detalles: si la cabeza de Chris Rock giró con la suficiente fuerza, por ejemplo.
Lo que tiene sentido es revisar primero los elementos macro que la envuelven, pues son estos elementos macro los que nos dictan, para empezar, si el esfuerzo tiene o no sentido.
Dicho todo esto, la conclusión es que el golpe de Will Smith a Chris Rock no presenta razones sostenibles para considerar que ha sido orquestado. Se trataría realmente de un hecho inaudito, en esencia, que deja a discusión del público determinar en qué grado es criticable y qué mensajes nos deja.
En palabras sencillas, Marketing no es.
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