Si eres gamer, seguramente entiendas la melancolía que experimentan muchos jugadores de Nintendo en este preciso momento. Las tiendas virtuales de Wii U y Nintendo 3DS dejarán de funcionar a partir del siguiente año, es decir, no se podrán comprar más juegos. Esto, que no supone su desahucio por parte de la compañía, sí supone una señal de que se acerca. Aprovechemos la oportunidad para explicar el por qué estas medidas son necesarias, sobre todo, cuando estamos tratando con tecnología.
Adiós eShop
Así lo anunció Nintendo en un comunicado: Las eShop de Wii U y Nintendo 3DS, con más de 2.000 juegos en suma, cerrarán en 2023. Y de estos juegos, 1.000 que solo están disponibles digitalmente, efectivamente, desaparecerán.
El número de títulos varía por región, pero el sentido es el mismo: una gama importante de juegos que no estará accesible a la compra nunca más. Y más que eso, la decisión de cerrar estas eShop es un reflejo de la inminente muerte tecnológica de estas consolas.
Este término (que acabo de inventarme) no debe confundirse con el de “descontinuación”. Una descontinuación ocurre cuando la producción de un producto se detiene. Tanto la Wii U como el N3DS fueron descontinuados en 2017 y 2019, respectivamente.
Con muerte tecnológica me refiero al momento en que un producto, al adquirir cierta antigüedad, deja de recibir soporte, actualizaciones y nuevo contenido. Como las propias palabras de la compañía nipona lo resumen, al explicar su decisión: «es parte del ciclo de vida natural de cualquier línea de producto».
La Wii recibió su último juego en 2019 | Captura: Vida Extra
En el caso de la Wii, por ejemplo, ocurrió en 2020, 13 años después de su lanzamiento. En el caso de los celulares, puede ocurrir con el lanzamiento de nuevos sistemas operativos: Cuando lanzaron iOS 11 y el iPhone 5 ya no era compatible, prácticamente dejó de existir para el radar de Apple.
Un efecto colateral
Entonces, es totalmente entendible que muchos jugadores experimenten sentimientos encontrados. Recuerdo perfectamente cuando anunciaron el “último juego” de la PS2 (mi primera consola). Si bien llevaba años sin jugarla, me generó tristeza enterarme. Era como si la noticia confirmara una verdad que prefería ignorar: hacía mucho que la consola era historia.
Por supuesto, los juegos en la nube no existían, por lo que su muerte no significaba la muerte de sus juegos. Este caso es distinto, porque cientos de títulos se tornarán inaccesibles. Que los usuarios se enojen, entonces, tiene mucho sentido.
Sin embargo, es necesario entender que esto no es más que un efecto colateral del progreso tecnológico. La nube permitió el acceso instantáneo, y hasta más económico, a muchos títulos. ¿A cambio de qué? Pues de tener que almacenarlos en servidores, que cuestan tener operativos y cuestan mantener.
Pues bien, la decisión de Nintendo, aunque debatible, nace realmente de una necesidad de optimizar su costo de oportunidad. Un concepto muy usado en economía, pero completamente aplicable a este campo.
¿Costo de oportunidad?
Básicamente: todo aquello a lo que renuncias al tomar una determinada decisión.
Nintendo, como compañía, posee una cantidad limitada de recursos. Estos recursos deben repartirse entre sus distintos productos. Cada vez que Nintendo lanza una nueva consola, se añade un nuevo producto a la lista.
Eventualmente, al tratarse de consolas, la más nueva termina encabezando la lista de ingresos. Al mismo tiempo, encabeza la lista de demanda de recursos, por su cantidad de usuarios y títulos en constante lanzamiento.
Pero existen otras consolas. Existen la Wii U y el 3DS que, aunque en menor proporción, aún son utilizadas. Nintendo tiene que destinar una parte de sus recursos aquí, recursos que podrían estar utilizando en mejorar el servicio de su actual consola estrella.
¿Se entiende el punto?
Mantener viva a la Wii U y 3DS supone un costo de oportunidad: el de no poder destinar más recursos a un producto más rentable.
Para poder progresar como compañía, Nintendo necesita dejar ir.
La importancia de dejar ir
Tanto consumidores como compañías tenemos que acostumbrarnos a “dejar ir” cuando se trata de tecnología. Al final, si hablamos de consolas, puede parecer algo sin mucha importancia, pero esto se extiende al día a día.
Compañías con páginas webs de hace una década, renuentes a actualizar, abundan. Empresas aferradas a los flyers impresos, con miedo a campañas en redes sociales, también. Muchas veces la costumbre, o algún factor nostálgico, puede impedirnos mirar hacia el futuro.
Así como Nintendo, es necesario considerar siempre el costo de oportunidad de nuestras decisiones. Y muchas veces, el mejor costo de oportunidad, se refleja en nuestra capacidad de dejar atrás lo que ya no funciona.
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