La mítica primera entrega de Harry Potter volvió a la pantalla grande tras haber cumplido 20 años de su estreno. Miles de fanáticos luchando por ocupar un asiento en las limitadas salas caracterizaron la última semana. Por una película que, sí, ya han visto y podrían volver a ver en casa, sin pagar un solo centavo. Pero existe algo mágico en un evento de este tipo, algo que nos recuerda el poder que lo simbólico tiene para nosotros los consumidores.
Un sorpresivo retorno
Probablemente, la mayoría de personas (incluso fanáticos) no era consciente que este noviembre la saga cumplía un aniversario especial. Fueron los post anunciando la pre-venta, tanto de Cineplanet como Cinemark, los que iluminaron sobre este hecho. Mismo día, casi a la misma hora.
Las reacciones e interacción hablan por sí solas. Lo curioso está en que hablaban de una fecha en concreto, ¿una omisión estratégica? Porque claro, muchos pudieron asumir que solo habría una oportunidad, incrementando la demanda. Sin embargo, es necesario recordar que en eventos de este tipo no se puede simplemente asumir que se tendrá acogida. Se debe medir, y a partir de ahí, tomar decisiones. Y efectivamente, la propuesta resultó muy rentable.
El valor de lo irrepetible
Luego del sold-out, nuevas salas se abrieron, y hoy por hoy, tenemos más funciones en la semana. Es en estos momentos en que alguien podría cuestionarse: ¿cuál es el sentido de un reestreno?. Si revisamos en los comentarios, podemos encontrar algunas críticas a ello.
Si bien, es evidente que estas críticas poco o nulo sustento tienen desde un punto de vista comercial, podemos aprovecharlas para extraer un insight.
La gran masa de fans de Harry Potter alrededor del mundo está compuesta principalmente por millennials y centennials. Eso quiere decir que un gran porcentaje de los fans o era muy pequeño o ni siquiera había nacido cuando se estrenó. La experiencia de ver esa película en concreto, en pantalla grande, quedó fuera del alcance de todos ellos (yo incluido).
Hablamos entonces de un evento, en teoría, irrepetible. Salvo, claro, que pudiéramos viajar en el tiempo. Se entiende entonces el valor de que tiene la posibilidad de experimentarlo ahora. Como potterheads, estamos ante un producto de puro y alto valor simbólico, no hay razones objetivas que valgan. Por supuesto, que sea el cumpleaños número 20 de la película es clave, aunque no diría que indispensable.
Son las emociones
Como cereza del pastel, este martes 16 se anunció de forma oficial una reunión de aniversario con el cast de la saga. El anfitrión será HBO Max, así que afortunados los que tengan una suscripción. Los que no, tranquilos, que alguien la subirá a internet.
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Y es que claro, no quiero caer en obviedad, pero la celebración no es nuestra, es global. Esta vuelta al cine de hecho ha ocurrido en distintos países. ¿Cuántas producciones podrían jactarse de lograr re-estrenarse? Probablemente muy pocas. Son aquellas, sobre todo, que han logrado construir un poderoso sentimiento de pertenencia a través del tiempo.
Dentro de esta categoría, incluso películas como “Spiderman” de 2002 con Tobey Maguire podrían ser candidatas de un pomposo reestreno. Sino, miren el hype que está creando la próxima película del arácnido tan solo por la posibilidad de volver a ver al primer Hombre Araña.
Necesito despertar mañana y que sea 16 de diciembre#SpiderManNoWayHome pic.twitter.com/CIVVuzdgv4
— Margvel: No Way Home 🕷 (@_Margvel) November 17, 2021
Como consumidores, son los emociones las que elevan a un nivel superior a los productos. La que los libera de la prisión del valor utilitario u objetivo. Es un principio universal, que debemos de tener presente todos los que estamos involucrados con la construcción de una marca. Lo que nos puede hacer relevantes, tanto en el momento de nuestro “estreno”, como 20 años después.
